jueves, 13 de septiembre de 2007

Hacia La Construcción Del Movimiento Por La Unidad

HACIA LA CONSTRUCCIÓN DEL MOVIMIENTO POR LA UNIDAD DEL PUEBLO

"En la unidad del Pueblo está el motor que mueve la carroza del molino".
Patricio Manns.

Antecedentes preliminares: el contexto global de lucha y el lugar de Chile

· Comenzando el siglo XXI, el mundo transita un período signado por el predominio mundial del imperialismo capitalista (norteamericano, europeo y japonés), en su brutal versión neoliberal, que permite el bienestar de un 20 % de la población mundial a costa de la explotación, empobrecimiento y miseria del 80 % de la humanidad, y que hoy pone en riesgo cierto la sobrevivencia del propio planeta.

· En el continente, Chile juega el papel paradigmático de la hegemonía del capital financiero y especulativo, fundado en el profundo menoscabo del capital industrial (monopolio del llamado "primer mundo", productor central de la tecnología de punta, y los bienes estratégicos); la reprivatización y explotación irracional de los recursos naturales de la Región y el país; y la extinción del llamado "Estado de Bienestar" existente antes de la dictadura. Asimismo, el modelo de acumulación neoliberal sostiene sus millonarias tasas de ganancias sobre la administración privada de los servicios básicos y la capitalización del ahorro del pueblo trabajador a través de las AFP's; la concentración monopólica de los medios de comunicación de masas; y la aniquilación y desmantelamiento sistemático de las organizaciones de la clase trabajadora y el pueblo, con la conjunta destrucción de los destacamentos de inspiración revolucionaria que tuvieron un importante crecimiento e influencia en las décadas de los 70 y 80, para terminar diezmados políticamente durante los 90, debido al pacto interburgués (diseñado por el imperialismo norteamericano) que electoralizó la lucha popular -reorientando solapada y engañosamente la lucha del pueblo en función de objetivos ajenos a sus intereses- y sacó a Pinochet del Ejecutivo; debilidades propias, y a la bancarrota de los llamados "socialismos reales".

· La dictadura pinochetista -instrumento que ocultó a los verdaderos responsables del fracaso del proyecto de la UP (la burguesía y el imperialismo)-, logró a sangre y fuego la refundación capitalista del país; la dominación, control, y administración sin contrapesos de los intereses de la minoría burguesa subordinada al capital extranjero mediante, por un lado, la reposición en gloria y majestad de sus intereses en Chile, y por otra parte, mediante la fidedigna implementación de los mandatos político económicos provenientes del FMI , el Banco Mundial y la OMC –todas instituciones tuteladas por los intereses imperialistas, principalmente norteamericanos (el 49 % de las sedes corporativas de las principales multinacionales del mundo están en Estados Unidos)-.
· El término pactado de la dictadura pinochetista, entre la ultra derecha y los sectores de oposición burguesa de la época junto a ex miembros del conglomerado de la UP –comandada por los mismos personajes y fuerzas políticas que facilitaron las condiciones para el golpe de Estado de 1973 -sólo comportó una readecuación del escenario político, garantizando algunas libertades civiles y la democracia formal de las elecciones generales, manteniendo incólume los intereses y procedimientos de control social de la clase entronizada en el poder; modificando cosméticamente aspectos de la Constitución del 80, y creando, en el tiempo, una casta de nuevos ricos –demo neoliberal y de retórica antidictatorial-.

· El modelo de reproducción capitalista impuesto a mediados de los 70 del siglo pasado, y hoy perfeccionado, legitimado y administrado por la Concertación de Partidos por la Democracia , sólo ha profundizado la diferencia de clases que ha convertido a Chile en uno de los países más desiguales del mundo (segundo en Latinoamérica después de Panamá, y 12 en el listado de 124 naciones del mundo); con estándares educativos extraordinariamente deficitarios (de paso, destruyendo el mito burgués de la educación como vehículo de movilidad social, y proletarizando a los pobres mediante los 12 años de escolaridad obligatoria); una insuficiente e ineficiente salud pública (donde se atiende el 80 % de los chilenos); crisis de la vivienda y creciente demanda de los derechos sociales básicos insatisfechos.
En el plano laboral; el actual Código del Trabajo resulta extremadamente antipopular y pro empresarial, y dificulta la sindicalización. Asimismo, la cartera del ramo emplea groseramente a la CUT –multisindical más numerosa del país, pero presa de la mañosa burocracia del reformismo obrero y sus partidos- como apéndice de sus políticas, más allá de los discursos accidentalmente insolentes de sus "dirigentes" cada Primero de Mayo. Lo cierto es que en Chile aumenta sostenidamente el sector de trabajadores cuyos mandantes son contratistas y subcontratistas (más del 60 % de la fuerza productiva del país ya está tercerizada); el ingreso promedio de una familia de 5 integrantes no supera los $ 250 mil pesos, y la línea de la pobreza está delimitada arbitrariamente en los $ 47 mil pesos; cifras, en general, que simplemente no alcanzan para vivir. Estos números son los causantes del sideral endeudamiento de los chilenos, cuyo monto duplica y triplica sus salarios, y demanda la distracción de alrededor de un 60 % de sus remuneraciones mensuales en pago de deudas. A lo anterior se agrega la costumbre patronal (multada en cifras ridículas por el Estado) de no cancelar las imposiciones de los asalariados, y el empeoramiento de las condiciones contractuales y laborales de los trabajadores. Al respecto, un 70 % de la fuerza laboral en Chile cambia de empleo (o de relación contractual) entre 3 y 4 veces al año.
Por su parte, el campesinado chileno sufre condiciones laborales todavía peores que los trabajadores de las grandes ciudades. Su situación de obrero agrícola y barata mano de obra extractiva en los polos centrales de explotación maderera, pesquera y minera, empeora aún más en el llamado "sector temporero" donde los salarios son miserables y los trabajadores (normalmente mujeres y menores de edad) laboran en peligrosas condiciones de higiene y seguridad. Sólo marginalmente logran cristalizar sus demandas a través de una ínfima expresión sindical.


Aspectos de la Coyuntura Política : temporada otoño-invierno
· El cuarto gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia –marketeado con el gatopardismo (cambiar aparentemente las cosas para que quede todo igual) de la "primera presidenta mujer en Chile"- cruza una de sus peores momentos debido al pésimo diseño del sistema de transporte denominado Transantiago. Después de enarbolarse como una de las principales expresiones de "modernidad" hacia la celebración del Bicentenario, ha recorrido una serie de ajustes a costa de los millones de santiaguinos que emplean tanto los buses, como el metro subterráneo para trasladarse. Lo cierto, es que los discursos pro estatistas sobre el tema aventurados por algunos parlamentarios "díscolos" (y en algún momento por el propio senador Eduardo Frei) fueron aplacados rápidamente a través de la habitual política de subsidio a los grandes empresarios –directa o indirectamente- que hoy suma cifras siderales. El subsidio que actualmente paga el propio pueblo a través de los impuestos y la explotación, vía Estado, mañana saldrá directamente del bolsillo popular ante un inminente aumento del tarifado, y la reposición del sistema perverso de salarios de los conductores basado en la cantidad de pasajes efectivamente pagados.
El malestar popular se ha manifestado notablemente en las encuestas y acotadamente en las movilizaciones de "la gente de a pie". Sin duda, el descontento frente a la errática implementación del nuevo sistema ha funcionado como "punta de iceberg" de la constelación compleja de demandas sociales insatisfechas, sepultando en la práctica, tanto el discurso bacheletista de la "participación ciudadana", como el slogan concertacionista agitado desde el gobierno de Aylwin de "crecimiento con equidad". En el curso de los acontecimientos –desde la llamada "revolución pinguina" hasta el asesinato del obrero forestal en huelga Rodrigo Cisternas, y las recientes paralizaciones y protestas de los trabajadores de CODELCO-, con mano de hierro y capitaneado por el Ministro del Interior, Belisario Velasco, el Ejecutivo no hace más que criminalizar y reprimir cualquier manifestación de organización y protesta social y popular (que también se expresa en la nueva Ley Penal Juvenil). Sin estar en presencia de una "crisis por arriba", se observa la desesperación gubernamental por mantener la "gobernabilidad" y "paz social" a toda costa con el objetivo de conservar "la buena imagen país" para la inversión extranjera, y obrar con disciplina metálica ante las instituciones financieras internacionales controladas por el imperialismo. Por su parte, los parlamentarios y políticos concertacionistas que parecen estar por una política económica más independiente del Ministerio de Hacienda, y por explorar fórmulas que promuevan un mayor gasto social y líneas más redistributivas, resultan una componenda marginal y de escasos efectos prácticos.
Lo cierto, es que frente a los extraordinarios privilegios proporcionados por el trono sostenido por más de 17 años (con ingredientes asociados a nuevos ricos –duros anti pinochetistas en el pasado-, nepotismo, corrupción y mantención del coro de políticos dinosáuricos, tanto en pantalla, como tras bambalinas, etc.) lo más probable es la rápida recomposición y reordenamiento de la Concertación en la medida en que se avecinen los próximos eventos electorales; incluso a costa de establecer alianzas pragmáticas -con calculadora en mano- con la izquierda tradicional extra parlamentaria para asegurar el Ejecutivo sin sudar más de la cuenta.

· Mientras tanto, la derecha agrupada en la Alianza por Chile, también baja en las encuestas, y da palos de ciegos a la hora en que su agenda programática, sus métodos represivos para resolver los conflictos y demandas sociales, los intereses de clase que ha expresado históricamente y que le brindan su razón de existencia, son ampliamente propugnados y mejor administrados por la propia Concertación, libre del pinochetismo atávico de la derecha y legitimada por un concierto internacional occidental hegemonizado por los imperialismos, que permanentemente premia a sus mejores alumnos del conglomerado en el poder con cargos suntuarios en instituciones mundiales (José Miguel Insulza (OEA), Ricardo Lagos (ONU), etc.).
Las diferencias entre la Alianza por Chile y la Concertación de Partidos por la Democracia , de un buen tiempo a esta parte, parecen limitarse a los llamados "temas valóricos" (que en buenas cuentas, cada chileno y chilena resuelve según su propio criterio); y la política exterior que, sumando y restando, bajo un gobierno derechista resultaría probablemente más agresiva contra los proyectos gubernamentales pro populares de Latinoamérica, como Venezuela, Bolivia y Cuba.

· La fuga de la justicia del mayor (R) Iturriaga Newmann –responsable probado del asesinato de un militante revolucionario- y la puesta en libertad de los agentes de la CNI que mataron al dirigente del MIR, Jeckar Neghme, vienen a confirmar una vez más el carácter de clase de la justicia chilena, los precarios logros en materia de verdad y justicia logrados por la Concertación , y lo que es más grave, el carácter clasista de la oficialidad de las FFAA. No sólo la agrupación de oficiales en retiro ha justificado la fuga de Iturriaga Newmann, sino que el propio Comandante en Jefe de las FFAA, Oscar Izurieta, se ha visto "incomodado" ante los hechos. Incluso el Ejército evalúa crear una ONG (!) para defender a los militares procesados en los tribunales. Al respecto, estos simples ejemplos coyunturales, tienen consecuencias estratégicas para el campo popular, en tanto manifiestan una vez más la relación genética entre la oficialidad militar, la ultraderecha y la clase en el poder. Es claro, grave y tiene efectos políticos que demandan la consideración más alta en el debate, construcción de táctica y horizontes de largo plazo en los sectores revolucionarios con auténtica vocación de poder al momento de plantearse con responsabilidad histórica el proyecto para la emancipación de los trabajadores y el pueblo. Resulta de una evidencia insoslayable que en un eventual período de despliegue amplio de lucha de clases, donde las líneas más avanzadas del pueblo comiencen a dañar seriamente los intereses de la clase dominante, la oficialidad de las FFAA no dudará en reemprender una nueva embestida contra la clase popular organizada y sus destacamentos. Primero solapadamente, haciendo uso de sus aparatos de inteligencia, luego selectivamente, hasta el empleo de la violencia militar en términos masivos. Esto es parte de la verdad histórica y del doloroso aprendizaje del pueblo chileno.

· Por su parte, la dirección política de la llamada "izquierda tradicional" extraparlamentaria (o simplemente, la izquierda reformista) ha dado un claro giro hacia la derecha, nostalgiando una suerte de Frente Amplio, esta vez contra el neoliberalismo, fundado en la colaboración de clases, el acuerdo con los bordes "críticos" de la Concertación ; apostando a la reedición del viejo concierto PS-PC (y sus microscópicos satélites). Abiertamente, el presidente del PPD, Sergio Bitar, ha hecho un llamado al Ejecutivo a incorporar a militantes comunistas a cargos gubernamentales. En concreto, madura un acuerdo –para el cual la dirección política de la izquierda tradicional ha hecho mérito y ha subordinado todas sus fuerzas a agrietar el sistema político binominal que lo margina del Congreso- con sectores de la Concertación para las elecciones municipales de 2008. Más allá de las cuentas pequeñas (el PPD alentaría un pacto electoral con el PC en desmedro del PS); es posible aventurar la hipótesis de que los coqueteos del conglomerado oficialista con la dirección del PC busca los votos necesarios para mantenerse en el Ejecutivo. De ser así, en el mediano plazo, la Concertación , guardando las formalidades, se constituiría en una especie de PRI mexicano de edad adolescente, con mayores flujos de presión hacia una política económica teóricamente menos antipopular. En buenas cuentas, la dirección política del PC y su entorno, en vez de irse hacia abajo y a la izquierda, ha resuelto marchar hacia arriba y a la derecha. Naturalmente, la militancia honesta de base de la izquierda tradicional no necesariamente debería compartir el actual diseño táctico de sus direcciones orgánicas. Esta consideración es relevante en cualquier intento de construcción de un polo o movimiento de inspiración revolucionario.


Una táctica desde y para el pueblo: el Movimiento por la Unidad del Pueblo

Es en el marco anterior que desde hace tiempo ha surgido la formulación de distintas convergencias y ejercicios de vinculación entre los diversos empeños político sociales de inspiración revolucionaria del pueblo.
Una de ellas es la inaugurada el pasado 19 de junio entre un conjunto de organizaciones amigas.
Considerando la sobrediagnosticada conclusión sobre la evidencia y causas del actual período de reflujo que vive el pueblo en general, y sus diversas expresiones y organizaciones revolucionarias en particular; al calor de las primeras discusiones e intercambios al interior de la llamada hasta ahora "Mesa de la Unidad del Pueblo”, es posible establecer que el horizonte a largo plazo convenido tiene que ver con aportar a la construcción de la fuerza social revolucionaria de la clase trabajadora y el pueblo que sea capaz de destruir los cimientos del actual modelo de dominación burguesa y entregarse a la tarea histórica de edificar el socialismo en Chile. Aquí se habla del establecimiento de un gobierno comandado por la clase asalariada y que funde su proyecto histórico en los intereses profundos del pueblo.
El proyecto en ciernes debe hacerse cargo de la memoria popular, sus victorias, derrotas y aprendizajes, y al mismo tiempo aspirar a constituirse en la síntesis y superación de las diversas experiencias de la lucha organizada y sus instrumentos políticos de antaño. Cada período histórico requiere de su propio instrumento político revolucionario.
En el corto plazo y como parte de una táctica para el período, se ha decidido trabajar en torno al objetivo de vertebrar, vincular y reunir en torno al Movimiento de la Unidad del Pueblo, al archipiélago descoyuntado hasta ahora, de organizaciones sociales y políticas, genuinamente de clase e independiente, al que, en un primer momento, tengan llegada los empeños políticos que forman la "Mesa por la Unidad del Pueblo". En este sentido se ha propuesto establecer encuentros territoriales (que eventualmente contengan iniciativas temáticas y sectoriales) que constituyan las piezas fundamentales del Movimiento por la Unidad del Pueblo. Los encuentros tendrán como objetivo propugnar democráticamente desde abajo, y de lo particular a lo general, las claves nucleares del futuro Programa del Pueblo y dotarse de una orgánica mínima para enfrentar con éxito la unidad en la acción. Los encuentros por la unidad del pueblo deben trabajar con perspectiva de país, protagonismo popular, vocación de poder, y convicción de lucha permanente. Asimismo, su orgánica debe ser elemental, horizontal, hondamente democrática y funcionar de acuerdo a sus ritmos y modos. El Programa y la composición de fuerzas que lo elaboren deben garantizar su carácter de clase y orientación política.
Por su parte, la "Mesa por la Unidad del Pueblo" debe funcionar como germen de la conducción política en las tareas correspondientes a la evaluación y formulación de políticas del Movimiento por la Unidad del Pueblo, además de cumplir con sus labores político sociales centrales, teniendo como eje de su quehacer la acumulación de fuerzas más amplia. La "Mesa por la Unidad del Pueblo" debe operar de manera democrática, horizontal, garantizando la participación colectiva en igualdad de condiciones, para impedir los “hegemonismos”, “verticalismos” y otros males heredados de la vieja izquierda; sancionando compartidamente los nuevos ingresos, la agenda de tareas, las líneas de propaganda, formación y áreas temáticas de discusión y lucha.
Es imperioso incorporar a este nuevo empeño la experiencia de otros intentos de convergencias, la reflexión política a la luz de la realidad concreta en la que nos desenvolvemos, y a las nuevas maneras en que las actuales generaciones de avanzada del pueblo validan y se comprometen con los espacios políticos en los cuales participan.
Consecuente con lo anterior, la "Mesa por la Unidad del Pueblo" no puede correr el riesgo de convertirse en una suerte de "dirección superestructural" del trabajo político cristalizado en el futuro Movimiento por la Unidad del Pueblo. En este sentido, resulta altamente peligroso para nuestras expectativas que la "Mesa por la Unidad del Pueblo” sólo reúna a las "orgánicas", a los más "preclaros", a los "políticos".
¿Cómo podríamos ofrecer garantías democráticas auténticas a las organizaciones sociales y populares de carácter más local, temático o sectorial que se sumen al MUP, sino son parte protagónica y resolutiva de la "Mesa por la Unidad del Pueblo”?
Dadas las condiciones del actual estadio político de nuestros sectores en formación (extremo localismo, desconfianza a ultranza, demanda de democracia radical, identidad y compromiso sólo en aquellos continentes político sociales donde tienen capacidad de influir y ser parte del reparto protagónico del empeño) sólo sumaremos a amplios sectores para la apuesta estratégica que nos hemos propuesto si se incorporan los actores hermanos y amigos en igualdad de condiciones a la "Mesa por la Unidad del Pueblo".
Es decir, independientemente de contar por un período indeterminado con una coordinación o "Mesa por la Unidad del Pueblo" altamente mestiza, diversa y combinada en su composición orgánica; una política de acumulación de fuerzas fundada en la realidad del archipiélago de organizaciones sociales y populares antineoliberales existentes en el seno del pueblo, nos exige flexibilizar la composición de la Mesa , aplicando una metodología impecable que limite las incertidumbres, las formaciones desiguales y las desconfianzas.
Se propone que la coordinación de la "Mesa por la Unidad del Pueblo” funcione con dos representantes por organización (sea cual sea su naturaleza orgánica, social y política, territorial, sectorial, temática, etc.) que participen en el Movimiento por la Unidad del Pueblo. De este modo se evita la estructuración de falsas jerarquías, se genera alta sintonía y coherencia político social en el conjunto de la fuerza, y se construye un espacio genuinamente democrático. Esto permite la democratización de la política, las tareas y la organización de la lucha, con más compañeros comprometidos y con la estatura y modalidades que demanda el actual estado de cosas.

Invierno 2007

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